miércoles, 24 de junio de 2015

KISS-cronicas y vivencias.

    Antes de empezar con la crónica quisiera hacerles una confesión, o mejor dos. La primera es que tengo 48 años. Sí, ya sé, no es ninguna vergüenza, eso es lo que digo yo. Pero es que de un tiempo a esta parte, cuando digo mi edad sin que me la hayan preguntado, me suelen responder que no lo diga, como si fuera algo que debiera ocultar.  Total, si es imposible disimularlo, ya hace tiempo que en las colas de los conciertos, cuando van repartiendo los anuncios de las fiestas en las discos, al llegar a mí siempre se saltan el turno. Y la segunda confesión es que cuando cursaba séptimo de EGB en el colegio de mi barrio, me hicieron estudiar a una banda llamada Kiss, cuyos miembros vestían de forma muy estrafalaria y se maquillaban para disfrazarse de Catman, Demon, Starchild y Spaceman. Me tocó empollarme su biografía y los discos que tenían publicados en la fecha. Por eso les revelaba al principio mi edad. ¿Han echado ustedes cuentas?, pues sí, les estoy hablando de 1979. En esos años la banda Kiss ya era material de estudio sobre la historia del rock, al menos en mi colegio. Quién me iba a decir a mí que 36 años más tarde iba a estar viéndolos en directo, con dos de los cuatro miembros originales aún en activo.
    Y ahora vamos con lo importante. He de decir que no me costó nada adaptarme al ambiente, pues Thor y Odín se apuntaron a la fiesta desde mi salida de Valladolid con truenos, relámpagos y un buen aguacero, hasta el punto de que el AVE circulaba a 70 kms/h nada más, de puro susto del maquinista. Hasta que salimos del túnel de Guadarrama con un sol radiante, que ya no sabía yo si eso del fondo era Madrid o la ciudad de Dibúlibud de Roger Rabbit. Pero pronto volví a la realidad en cuanto llegué al Palacio de los Deportes (al igual que Julián Hernández de Siniestro Total, yo también me niego a llamarle por el nombre de un banco) y empecé a verme rodeado de gente maquillada a imitación de cualquiera de los cuatro Kiss. Pero no sólo gente de mi edad, para nada, había miles de veinteañeros, y hasta vi varios niños entre el público. De hecho, cuando Paul “Starchild” pidió que levantaran la mano quienes fuera su primer concierto, el Palacio se llenó de manos al aire. Por tanto, 40 años después aún hay Kiss para rato, al menos mientras sus componentes sigan en pie, porque con esta savia nueva nunca le van a faltar seguidores.
Hay que decir que yo, como valenciano que soy, también lo tengo fácil para conectar con una banda que encaja a la perfección con la idiosincrasia de mi tierra. Porque no me negarán que un concierto a base de pirotecnia sin parar no le viene como anillo al dedo a un petardero, como este servidor de ustedes.

Ni que decir tiene esos trajes estrambóticos plenos de coentor, palabra inventada en valenciano que no tiene traducción a ningún otro idioma. Ni ese histrionismo tan característico también de mis paisanos. Y es que quienes van a un concierto de Kiss no esperan encontrarse con grandes exhibiciones ni gorgoritos vocales, no exigen ningún virtuosismo interpretativo, les da igual que Paul ya no tenga la voz de antes.
Lo que buscan es disfrutar de una mascletà nocturna durante dos horas de pirotecnia incesante.
Trajes que parezcan salidos de una pesadilla de Tim Burton, zapatos de plataforma con los que se pudiera partir la crisma cualquier drag queen, exhibiciones de tragafuegos como en las ferias del siglo XX, las muecas satánicas de Gene “Demon”, sus vómitos de sangre falsa, la cara de no haber roto nunca un plato de Paul “Starchild”, los vuelos por encima de las cabezas del público, el sonido estridente, potente, las poses ante los fotógrafos, los revolcones por el suelo olvidándose hasta de tocar la guitarra. Ese puro espectáculo a medio camino entre un concierto rock, el Circo del Sol, un teatro de marionetas japonesas, la cordà de Paterna, Mestalla cuando el Valencia va ganando 3-0 al Madrid, todo eso y mucho más, que tantos han querido imitar. Y de hecho algunos lo han conseguido, imitar digo, porque todavía no se ha visto nada como el original.

El Palacio de los deportes estaba lleno a rebosar.
Ah, que aún no les he mencionado ni uno de los temas que se interpretaron anoche. Y qué más da lo que tocaran, como si se hubiesen puesto a cantar Susanita Tiene un Ratón, en estos conciertos el repertorio sólo es la excusa, lo que cuenta es todo lo demás. Pero si quieren saber lo que tocaron, entren en este enlace que recoge lo más destacado del bárbaro espectáculo vivido anoche, hasta el punto de que importaba poco que  mi localidad fuera de visibilidad reducida.
Pero vean, vean al menos lo que yo vi:


Gracias al Dr. Joaquin Granados por estas crónicas, fotos y vídeo de los cuales él es el autor.